jueves, 26 de agosto de 2010

Tras un fin de semana solo en casa

Creo que tuve ganas de seguir conversando con ella; de conversar en forma interminable, en esa eternidad que se perpetúa por los siglos de los siglos o per secula seculorum o quéséyo: de la forma en que el tiempo deja de parecer importante y los colores alcanzan existencia propia independiente de las cosas que pintan y las formas se vuelven trazos en el aire que merodea en la habitación y que rayan desnudos el mediodía de un momento sin padres, de un momento sin prisa, de un lugar paradisíaco por contener esa paz que no se encuentra en ninguna otra parte, ni en ninguna otra gente, ni en las brisas del mar ni en un loco atardecer. Y es por ti se me viene a la mente tras atardecer: no debí haber escuchado cierta música en cierto periodo de mi vida. Cada vez que me bajo de la micro en medio de la oscuridad y cruzo estas peligrosas calles que te asustaban, cada vez que camino entre camiones estacionados sobre el barro, cada vez que camino a mi casa desde el paradero más lejano porque me gusta esa caminata y no la desde el más cercano porque tengo que retroceder, cada vez que piso ese mismo barro mis pensamientos se aclaran, y me doy cuenta de lo que me es verdaderamente importante. Hoy se trataba de gente. Hoy eras tú. Hoy no estaba listo para empezar de nuevo. Dudo que lo esté pronto.

Lunes 26 de julio, 2010.

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1 comentarios:

Blogger María de los angeles ha dicho...

ni que los pinguinos supieran qe los estamos defendiendo... ajajaja dime si no es verdad lo qe puse en mi perfil! XD saludos vela nos vemos por ahi :)

que amor esto qe escribiste

28 de agosto de 2010, 22:33  

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