miércoles, 15 de septiembre de 2010

Un momento, respiro

Y no escribo nada. Tan sólo dejaba el estudio unos minutos para volver a oír el canto sacro que Mozart compusiera y no culminara, y en el que 
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla,
momentos en que descubría cómo mi habitación refugio es sólo eso, y que ya no puedo allí estudiar, porque justamente allí es donde escapo y me envuelvo en libros que no son memoria y en pasajes que dialogan con mi alma y no con mis pies. Y que
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Pero no me pesan las ramadas, sólo la falta de constancia con las letras obligatorias. Y uff, en otros tiempos escribía sin siquiera mirar el teclado. Y uff, amén Señor, gritaban de las bancas de atrás y Marcelino, pan y vino, de las creencias inocentes y olvidadas. Ay, tantos silencios; pero algunos bellos. Esos que son palabras, que se callan en el cielo porque allí no hay nada sino sentir.
Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem.
Y los aros y cabellos y las monedas perdidas. Ingrata coherencia. Me abandonas de nuevo.
Amen.

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1 comentarios:

Blogger Pina ha dicho...

A mi me gusta Benedictus, me da más pena que todos los otros movimientos (no sé si se llaman movimientos en un requiem)
Y las ramadas...es como Marlon Brando diciendo "the horror, the horror!" (pucha, en verdad no sé si te pregunté si has visto Apocalypse Now)
da lo mismo
:*

16 de septiembre de 2010, 13:19  

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