San Silvestre
Hace un año exacto escribí una pequeña lista de cosas que debían quedar atrás. Quemé la hoja a medianoche, antes de hacer cualquier otra cosa. La quemé. Ni recuerdo lo que decía. Ni sé si tales cosas quedaron atrás. A lo mejor sí.
Este año fue extraño. Fue maravilloso a ratos. Fue una mierda, en muchos otros. Siempre he dicho que no debemos considerar que cada año es una nueva oportunidad, porque en realidad lo es cada momento, cada día, cada minuto. Sin embargo es inevitable sentir que algo cambia. Que el cambio de un número, en el momento en que acordamos termina una vuelta alrededor del sol, tiene consecuencias más allá del cambio de calendarios. Es inevitable pensarlo. Más inevitable sentirlo. Sin embargo, no dejo de pensar que la vida transcurre de una forma lineal; no lineal-aburrida, pero no creo que se divida en etapas (menos aún etapas preestablecidas). Aún así, varias son las cosas que se dejan atrás. Y varias son las cosas que ahora serán citadas con nostalgia. Y diremos por el año 2010 yo... y habrá un montón de aventuras que contar, escribir, recordar.
No me gustan mucho las reflexiones de año nuevo, por eso hago estos comentarios abiertos, sin contenido. Lo que aprendí me lo quedo. Lo que viví me lo quedo.
Me cae bien mi hermana Carla, porque ni entiende ni se emociona por todo esto. Es un poco como yo.
Un abrazo a mis invisibles lectores.
3 comentarios:
Lo mejor, lejos, el título
"no debemos considerar que cada año es una nueva oportunidad, porque en realidad lo es cada momento, cada día, cada minuto."
Me gustaría creer realmente en ello, siempre le hecho la culpa al año, es lo más fácil que se puede hacer, pero lamentablemente eso me tranquiliza y creer que viene una nueva oportunidad, pero sí debe ser como lo que tú dices y ojalá que pueda llegar un momento en mi vida que lo pueda creer firmemente :)
un abrazo igual
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio