Una parte de mí siente que necesita escapar de tanta realidad, sin homenajes con la negación aún presente, sin fotos de portadas alusivas, sin nada. Un viaje o dos. Un par de copas, un atisbo de rutina y normalidad. No quiero despedir a nadie, porque no siento que nadie se haya ido de aquí. No escribo esto para nadie más que para mí, supongo que no existe una forma correcta (ni una incorrecta) de sentir a los que no están, eso nadie me lo puede sacar de la cabeza. Quizás mi forma sea la nodespedida.