sábado, 24 de octubre de 2009

El Cuarteto de Nos: Ya no sé qué hacer conmigo.

 
Lo mejor: 3 minutos con 9 segundos.

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viernes, 23 de octubre de 2009

Tareas

1. Regale una flor a un desconocido(a). No dé explicaciones.
2. Despójese de su vanidad por un día.
3. Sostenga la mirada por 20 segundos en quien le parezca interesante.

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jueves, 22 de octubre de 2009

 
LibretaMágica séptima. Portada. Sin preservantes artificiales.

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miércoles, 21 de octubre de 2009

Dialogando con Carlita (3)

Después de ver a Javier e Ignacio besándose (los de ¿Dónde está Elisa?)

- Carla: Paulo, ¿qué estaban haciendo?
- Paulo: ¡Mamaaaá! ¿qué estaban haciendo?

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Aún recuerda el cuerpo
y el miedo se agota,
de gota en gota,
en una luz estrellada.

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lunes, 19 de octubre de 2009

 
LibretaMágica séptima. Todos los derechos preservados.

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domingo, 18 de octubre de 2009

Dialogando con Carlita (2)

 Después de publicar el cuento de la Carla, y de que ella se enterara, mi padre le conversa sobre los derechos de autor.

- Carla: Paulo, y... ¿cuándo me vas a pagar?

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Los hombres no somos nada.

 
Michelle Phan, sus maquillajes y disfraces.
¡Somos unos incultos!

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¡Se hacen disfraces improvisados de fieltro!


A pedido. Se lo tenemos en minuto y medio. Se lo ponemos con pegote y le damos un trozo adicional en caso de caídas. Todo esto a un precio a su alcance. No deje pasar esta oportunidad; en su casa, se lo van a agradecer.

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Los Cuentos de Carlita


Había una vez un niño que se llamaba Pin Pon, y los niños se reían de él y le decían que eso no era un nombre, que parecía una broma. Entonces la mamá de Pin Pon tuvo una idea. Hizo que Pin Pon se disfrazara de persona grande y cambió su nombre, pero de mentira, a Pin Brads. Así Pin Pon se disfrazó, no era una persona grande, sino que tenía un disfraz. Y los niños lo saludaban y le decían: hola caballero. Y  él contestaba (con voz grave): Hola. Y los niños decían (con admiración): allá va Pin Brads. Pero un día apareció Pin Brads, y vio que Pin Pon estaba disfrazado de él, y todos lo descubrieron. Así que Pin Pon se sacó el disfraz, y cambió su nombre, pero ahora no de mentira, sino de verdad. Y se puso... mmm... deja pensar... Prinks. Y ahora la gente decía: ahí va Prinks, y ahora los niños lo querían.
Relato de un trauma de la infancia. 
Por Carla, 4 años.

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Dialogando con Carlita

 Carla es mi hermanita bebé, de casi 5 años.

- Paulo: Y ¿quién te puso tu nombre, Carla?
- Carla: Ai, me lo puso Dios, pero yo no sé por qué me puso ese nombre...

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sábado, 17 de octubre de 2009

Desnúdese y sea efectivamente UD.

Creo que el título debería ser.

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Tarde.

Se trata de un punto extraño en mi vida. La libertad parece contradecirse con aquel otro sentimiento, pero no. Es la profundidad del besar labios no correspondidos, es el paraíso de largos abrazos, que se extienden en el tiempo y en las sábanas. Es la desnudez descubierta, ese gran mundo que cada cual lleva dentro, abierto, expuesto. Es un punto extraño en la vida, en que confluyen abismos, pasados, desesperanzas y amoríos. Es la vida un jueves en la cama, la vida que se juega entera, por ver más allá del cuerpo.

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viernes, 16 de octubre de 2009

Sobre la psicopatía y otras perturbaciones (2)

Para terminar de ser sincero con el primer escrito de esta la presente página, creo que debo precisar un par de cuestioncillas en cuanto al análisis que yo hago de mí mismo con miras a descubrir cuáles son mis alteraciones mentales (que, según mis últimos descubrimientos, no me concederían ninguna ganá en el ámbito penal).
La conclusión concluyente (para seguir con esto de las cacofonías) acerca de la personalidad sicopática de un sujeto concreto, se obtiene al poseer el mismo sujero rasgos pertenecientes a los subgrupos A1, A2, A3, A4 y B. Si tuviera rasgos del grupo C, sería, de inmediato, un ente de aquel mundo mágico.

Antes de continuar con mi egolatría, es menester entender bien la presuncioncilla aquella, ya que, al decir "A1, A2, A3, A4 y B" me da a entender que para sufrir efectivamente esta clase de alteración de la personalidad, hay que poseer al menos un rasgo de cada uno de los mencionados subgrupos; confirma tal conclusión el hecho de que sólo los rasgos del grupo C confirman por sí solos estas extrañas alteraciones en el ámbito de los impulsos y los afectos.

Precisado ese punto me pregunto ¿Y yo? (me centro en mí, ya que no lo hace el mundo; cosa que tengo asumida, ergo, no soy egocéntrico), veamos:
- A1, sí. Creo que efectivamente siento intolerancia respecto de las trabas a la libertad; no es que no las soporte, sino que mi alma requiere sentirse en una libertad plena, como requisito de mi paz interior; cosa que ha sido generadora de problemas con madres y amantes. Creo que es primera vez que acepto esto públicamente.
- A2, aparentemente sí. La efectividad del sí depende de si entendí bien lo de 'códigos propios'... Me parece que así es, que tengo conductas algo auténticas (no todos los días ni a cada rato, pero las tengo) aún conociendo cómo funciona el resto del mundo, y sin que me importe en verdad que el resto del mundo no funcione como yo.
Llevo dos sí, faltan 3.
- A3, no. No vivo repetidamente ciertos patrones conductuales, mi vida podrá ser a veces rutinaria, pero nunca automatizada, ni ritualista. Salvo el paradero en que me bajo, las revisiones del correo cada noche y de cada una de las páginas web que sigo, la forma de acomodar mis almohadas... Creo que podría llegar a un inseguro y débil sí. Sólo eso.
¿Se desmorona la cuenta?
- A4, sí. Siento la necesidad de estímulos intensos, aunque para mí la intensidad no es la hija de la adrenalina, sino sólo una de sus amigas. Creo que permanentemente busco intensidad, cosa que puede lograrse tanto en actos derechamente perversos (no malvados, sólo... extraños) como en otros simples, de inspiración personal frente al papel y de conversaciones íntimas...
Ya no cumplo con los requisitos por el A3. Salvo lo dicho.

Ahora, siguiendo con esto, y suponiendo que tengo todas las A, me bastaría con alguna característica de las Bes para ser 'uno de ellos'... Pero resulta que no, no soy egocéntrico, ni carente de empatía, ni manipulo a la gente por la vida, ni vivo coersionando a las personas, ni soy un parásito (psicológicamente hablando, por lo menos), no utilizo a la gente ni soy insensible.

Del C ni hablar, ni mato ni violo.

Así es que no, no soy de ese jet set, aunque una parte de mi no quiera aceptarlo... En todo caso la conclusión salta a la vista por la sola definición Shneideriana.

Sin embargo, y a pesar de lo dicho, no se refiere la gente en las conversaciones cotidianas al sicópata, con esa precisión conceptual propia de las ciencias que estudian la mente y sus adentros (todo lo que por ella circula) en un aspecto físico y biológico. No. Cotidianamente sicópata es el ser que sabe más sobre otros de lo que aparentemente debería, que recuerda detalles, que distingue cambios con facilidad, que memoriza conversaciones y momentos que nadie más recuerda.
Así las cosas, estos compadres son seres respetables (quizá obsesivos, pero respetables) por tener cierta capacidad de observación y cierta memoria, no superior, pero sí curiosa y privilegiada.

Por eso es que para mí es un halago... uno de los mejores.

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Macanudo

lunes, 12 de octubre de 2009


Extraño las relaciones virtuales/reales atípicas, pero sinceras, que se daban a a través de Fotolog.
Extraño que cada foto lleve un comentario sincero, descriptivo o confesional.
Extraño que nos sea cotidiano el escribir.

Nunca pensé que extrañaría una plataforma virtual popular... es que fue una buena experiencia liberatoria para algunos.
Creo que es por eso que creo este Blog, para seguir escribiendo con naturalidad y publicidad.
Aunque nadie lo lea.

De todas formas dejaré ese testimonio ahí, justo donde está, para ser nostálgico con fotos y palabras cada vez que quiera...

Te amo, mundo.

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Artefactos


BIEN
y ahora ¿quién
nos liberará

de nuestros liberadores?


Nicanor Parra de Poesía política
(Santiago, Bruguera, 1983)

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Sobre la psicopatía y otras perturbaciones

Gabriel Astaroth ©
Concuerdo rotundamente con Schneider que trata la normalidad con el solo criterio empírico estadístico. Según la campana de Gauss (que se encuentra hasta donde menos te lo imaginas) existe un grueso de la población considerada normal y un porcentaje que escapa a aquel grosor: los anormales. Anormales no necesariamente negativos, sino que se destacan y sobresalen de la masa. Muchos socialmente aceptados: los entes brillantes o artistas ‘normales’ (no confundir con la normalidad genérica), por ejemplo; aunque otro grupo no-normal-estadísticamente son los llamados asociales y dentro de estos algunos podrían ser llamados psicópatas, o sicópatas sin la odiosa P, para ser sinceros con el lenguaje.

Para delimitar este término aplicamos la máxima schneideriana: 'son aquellos anormales que sufren o hacen sufrir por su anomalía', frase con la cual me arriesgo a decir de lleno: no soy un sicópata. Pero creo que debo leer el resto del artículo para averiguarlo mejor.

Continúo con mi seguro NO.

La sicopatía puede manifestarse de diversas formas, pero debemos tener en cuenta que ella no es una enfermedad ni parte alguna de alguna patología, sino un estado constante, perteneciente a la personalidad del sujeto en cuestión. Entre los distintos casos tenemos por ahí el ejemplo del sicópata depresivo, que demuestra constantemente rasgos melancoloides y que lo diferencian incluso del ser ‘normal’ depresivo.

Internándonos en la semiología (si es que se me permite el significado alternativo de ‘conjunto de signos de esta especie de anormalidad’, ya que de enfermedad ni hablar) los rasgos sicopáticos se agrupan en tres grupos (permítaseme también la cacofonía): A, B y C, que abordan distintas partes de la idiosincrasia de estos sujetos (grupo al cual aún dudo pertenecer). Encontramos gracias a estos grupos incluso una presunción (tan odiada por la crítica estudiantil): se presume sicópata a quien posea rasgos pertenecientes a los subgrupos A1, A2, A3, A4 y B. Y quien posea rasgos pertenecientes al grupo C está definitivamente perdido en la sicopatía de la vida.
Copiaría la tabla que está en la otra ventana, pero se perdería todo el espíritu del transcriptor espontáneo (ese soy yo; quizá sicópata). Así que:

1. El Grupo A se refiere a la satisfacción de necesidades distintas (supongo que ‘distintas a las normales [estadísticamente hablando, claro]’), a través de:
- A1, la intolerancia a los impedimentos o trabas a la libertad;
- A2, creación de códigos propios, a pesar de que conoce las reglas sociales de conducta crea las suyas y no se siente ni limitado ni responsable ante las del grupo (esto incluye falta de remordimiento por los actos sicopáticos, intolerancia a las frustraciones, etc.);
- A3, repetición de patrones conductuales, como serían ritos, automatismos, repetición de los actos sicopáticos (lo que nos lleva a un absurdo lógico, ya que al repetir los actos sicopáticos [por ejemplo: la repetición de los actos sicopáticos] claramente estamos repitiendo una repetición, lo que según la regla del absurdo ora 1. no es una interpretación correcta del enunciado, ora 2. todo el mundo es anormal y sicópata ya que repetir la repetición es una simple abstracción mental que cualquiera puede percibir en cualquiera otro sujeto; lo que nos lleva al desmoronamiento y crisis existencial del punto 2, puesto que en este caso la sicopatía no sería un estado anormal, no lo estudiaríamos, ni elaboraríamos esta lista de rasgos, por lo cual no existiría ni repetición, ni mucho menos repetición de la repetición);
- por si no lo recuerdan analizábamos los subgrupos del grupo A: A4, necesidad de estímulos intensos: conductas riesgosas, tendencia al aburrimiento, escasos proyectos a largo plazo, drogas, satisfacción sexual perversa (lo que podría ser voyeurismo o fetichismo indistintamente).

2. El Grupo B se refiere a la cosificación de las personas, lo que no escapa a ciertas teorías extremistas de algunos juristas pervertidos o hambrientos de legislación, que como ahora sabemos: son sicópatas. Esto se manifiesta a través de:
- B1, el egocentrismo (no confundir con egolatría) y sobrevaloración de sí mismo;
- B2, falta de empatía (por lo que podríamos eliminar a ciertos videntes y síquicos de la lista de sicópatas);
- B3, manipulación, a través de mentiras, actuación, seducción (lo que se contradice con la falta de empatía; aunque no, en verdad no);
- B4, coerción (el Estado es sicópata);
- B5, parasitismo (lo que hace sicópata a virus, bacterias, hongos y algas: además de al zángano que vive a costa del sueldo de su mujer y a la mujer que no mueve un dedo porque se lo impide el dinero de su cónyuge);
- B6, relaciones utilitarias (ahora son los políticos, comerciantes y empresarios los que caen en la anormalidad);
- B7, insensibilidad, crueldad, tolerancia a situaciones de tensión.
Me parece que hasta el momento no dentro al ‘jet set’. Aunque cabe la posibilidad de que alguno de los rasgos de la próxima letra (a saber: C) me descubra, identifique y/o pervierta.

3. El Grupo C se refiere a los actos sicópatas graves:
- C1, tormenta sicopática, homicidio brutal, masacre, violaciones en serie y otros actos asociales graves;
- C2, perversiones sexuales.

Pero el señor Hugo Marietan (de quien robo todas estas patrañas) me aclara más adelante que el sicópata asume riesgos que la mayoría de la gente (la ya citada y hereje gente normal) no asumiría, esto para satisfacer necesidades distintas de las ordinarias. Aquí mi perfil sicópata parece tomar forma.
La cosificación, (que me parece) una especie de don del sicópata, es la capacidad que tiene de no comprender ni sentir empatía por quien tiene a su lado. En el momento en que el resto de los individuos asume el papel de cosa se vuelve maleable, incluso ‘asesinable’ (para los anormales más viles, digo yo).
El sicópata (para seguir con el listado de dones) tiene habilidad en la seducción. Como parte de la cosificación, a mi modo de ver, capta las necesidades del otro con facilidad, y allí donde ve la demanda es capaz de plantear su oferta, con el irrisorio fin de manipular.
Otra aptitud: este engendro actúa. Es capaz de mantener mentiras por largos periodos de tiempo para alcanzar la consecución de algún fin; es la llamada mentira sicopática.

Se plantea luego el problema del complementario del sicópata. Es decir, aquel ser (supuestamente) no-engendro que pasea, conversa, cocina, blasfema, duerme (o para ser más sinceros y no tan explícitos: se acuesta) y quizá hasta se ducha junto a él. En este momento me permito una cita de la revista argentina Alcmeón, número 27, "Tal vez el psicópata busque detrás de las máscaras, de la imagen, de la 'persona', al 'animalito' deseoso y encerrado que todos llevamos dentro y lo anime a participar en un juego ambivalente de satisfacciones y angustias". Tratamos en este punto (o en esta coma) del sicópata cotidiano, aquel anormal no asocial. Y aquel (también anormal, según mi percepción) complementario del sicópata es otra ánima que a pesar del sufrimiento o malestar que el sicópata pudiera causarle, ve que le es suplida una necesidad, siendo el dolor algo accidental y secundario. [En esta ‘coma’ pareciera que el texto se refiere nuevamente a mí; y niego de inmediato la sensación de egocentrismo: no me siento el centro del mundo].

En fin, el goce del complementario (según expertos y según complementarios) es imposible de transmitir, siendo una de las tantas sensaciones pertenecientes a nuestra irracionalidad, a esa asquerosa y repulsiva (en realidad grata y complaciente) animalidad. Para ilustrar un poco la cosa, una frase típica del complementario es ‘con él estoy mal, sin él, peor’ [esto demuestra que mis complementarios no son complementarios irracionales de sicópatas]; el goce del complementario está en el camino, en el tender o intentar o jugar a revertir situaciones, en buscar la satisfacción que chico/a sicópata nunca otorgará en plenitud por su manía de cosificar a las personas. Con él se viven los goces intensos y las angustias intensas. Es todo un hijo de puta, mirándolo así.

Una aclaración: el complementario del sicópata no será otro sicópata. Cada uno de ellos con su afán de dominar, cosificar, manipular y ser el centro del cosmos son una pareja destinada a la separación (quizá es lo que me ha pasado [claro, en el supuesto de que yo sea uno de ellos]).

Y... por si acaso alguien no entendió nada: "La personalidad psicopática se da en individuos que deben satisfacer necesidades especiales y para ello hacen un uso particular de su libertad, valiéndose de códigos propios y utilizando a las otras personas como cosas."

Y el tema más importante de este escrito (si yo soy de esta gentuza o no) quizá quede para la próxima, para unos testses sicológicos y una elucubración con hilo dental.
A vuestro servicio.

Atleví.

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