lunes, 29 de julio de 2013

Este es quizás uno de esos días en que el cansancio y la soledad son una misma cosa, o dos muy parecidas. Probablemente escriba muchos sinsentidos, o algunas de las cosas que pensaba tipear aquí, pero que nunca me digné... por eso no hay entradas entre las citas, que siempre están ahí, como en las no-virtuales libretasmágicas. Quería escribir algo de la jirafa de cartón. La dibujó mi mami, quizás la copió de un modelo que encontró por ahí, pero estaba hecha a mano, y pintada de naranjos y amarillos, junto a una huincha que me medía mientras superaba la estatura de una jirafa. Recordé aquella vez en que el Marcos Sagredo me ahorcó porque yo le mostré un dibujo que había hecho de él. Nos llevaron a dirección de docencia; en mi memoria mentirosa se aparece la directora a quien llamaban Yoshi, pero los datos me obligan a pensar que mi memoria se equivoca, que era la Rosita Neira; ella, la que nos regañó por igual por ahorcar, a uno y porque el dibujo no era tan 'amigable', al otro. En qué mierda estaba pensando una señora como esa, mira que equiparar un dibujo de un niño que pretendía un mal retrato a la violencia directa... El Marcos ahora tiene auto, un día me trajo a mi casa, cuando yo todavía estudiaba para mi examen de grado (todavía estudio para mi examen de grado). Tengo algo de miedo, un poquito, de no encontrar de nuevo lo que salí a buscar hace 8 años. Y algo más, algo que trataba de escribir; en las cartas y los cuentos ajenos escritos a mano, los dibujos que jamás hice y la entretela, el atril, la cartulina amarilla y los varios libros que aún esperan un poquito de mi tiempo... Y ese viejo superhéroe, que no logra emprender el vuelo...
Nunca quiero dejar de escribir cuando tengo estos taldos sin ningún sentido. Es realmente difícil escribir un punto final, y no, no es una puta metáfora. Se me fue lo demás. Volveré luego

lunes, 22 de julio de 2013

Decíase que tal vez la raíz de todo arte y quizá también de todo espíritu fuera el temor de la muerte. La tememos, nos horroriza la transitoriedad, vemos con tristeza cómo las flores se mustian y las hojas caen una y otra vez, y en el propio corazón sentimos la certidumbre de que también nosotros somos transitorios y de que no tardaremos en marchitarnos. Y si como artistas creamos imágenes o como pensadores buscamos leyes y formulamos pensamientos, únicamente lo hacemos para salvar algo de la gran danza de la muerte, para asentar algo que dure más que nosotros. La mujer que sirvió de modelo al maestro para su hermosa Virgen tal vez esté ya marchita o muerta, y pronto morirá él también, y otros vivirán en su casa y otros comerán a su mesa... pero su obra permanecerá, seguirá brillando en la tranquila iglesia conventual cien años después y mucho tiempo más, y conservará su hermosura, y seguirá sonriendo con la misma boca tan lozana como triste...

Narciso y Goldmundo
Hermann Hesse

lunes, 1 de julio de 2013

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?


Jorge Luis Borges

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