Le temo a la muerte. Le temo a la soledad y a la muerte. Nunca había temido antes. Las verdades religiosas salvaban la incertidumbre. Luego, la nada salvaba de la verdad religiosa. Ahora, la nada se erige atemorizante y pareciera que, por si fuera poco, ante esa nada eterna se halla una nada transitoria, del absurdo, de la gran broma de Dios que sopló vida en el polvo de la tierra. No hay amor posible. No hay redención posible. Todos estamos perdidos.
domingo, 18 de mayo de 2014
Datos personales
- Nombre: velita
- Lugar: Concepción, Biobío, Chile
treintañero, dibujante en su imaginación, obsesivo de la ortografía, abogado resignado en Chile, TDAH habitualmente medicado, risueño absurdo ridículo, gamer de fin de semana y anósmico en recuperación.
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