Yo no siento eso, es decir, yo no he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras. Lo que sí no se puede hacer es mirar la vida como una carrera de obstáculos en donde, si es necesario, yo haga caer al que está corriendo al lado mío para que yo gane. Eso para mí es absolutamente inadmisible, no lo admito. En mi caso esto me ha resultado bien porque no he querido nunca triunfar, no he querido nunca ser un hombre famoso. No sé si lo que tengo es un triunfo, no sé si lo que tengo es la fama, pero tengo lo que tengo y se acabó y quien me conocía desde antes, sabe que yo soy ahora exactamente la persona que era hace diez o quince años, soy igual.
Ahora, no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve. Napoleón debió de ser un hombre muy solitario.
Entrevista a José Saramago
María Ramírez Ribes
Martes 12 de diciembre de 2000
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