Hoy tengo pena. Hoy no tengo padre, ni corazón, ni hay luna. Hoy la soledad golpea nuevamente a mi puerta. Hoy hay hogares en que se derrama la sal; amigos que lo son por conveniencia, personas que no están, que se extrañan, pero que viven su vida en un mundo de sueños, de teatros y concierto, de gente y diversidad. Y yo, que me busco a mí mismo y no me encuentro. Que me alejo de quien soy hacia quizás dónde. Que quizás me acerco, pero no me doy cuenta. Que jugaría a las juntas de vecinos, pero no quiero. Que entrego cartas, que toco pianos, que hago monitos, que escribo un par de palabras sin sentido, para no dejar de respirar.

Ai

Me gusta sentir que amo estos bellos momentos.

Un día normal

'Te quería hacer una pregunta por curiosidad, no es que lo crea de ti, es que no tengo por qué creer eso ni por qué creer lo contrario: ¿eres gay?'

Pregunta a un hombre un martes por la noche

Es que a veces extraño tanto. Y aparecen esas viejas nuevas ganas de sacarlo todo en lágrimas y pareciera que ya he pasado por esto otras varias muchas veces. Soy hipersensible, me dijeron. Confieso que a veces me acuesto temprano para llorar en mi habitación, protegido de los malos que la rondan, en esos días que no es que no me enorgullezca de mis lágrimas, sino que no quiero que sean compartidas con seres no adecuados, y los adecuados viajan ya por tierras lejanas, aunque no desconocidas. A veces vuelvo a sentir penas superadas. A veces vuelvo a dudar de lo que ya he dudado. Pero siento que está bien. Que reafirmo pequeñas cosas importantes... y al final siempre vuelvo a sonreír. Espero que también sonría el paraíso.

Y son muchos los días en que se puede apreciar la magia que nos rodea. Todos. Pero a veces reservamos la sorpresa para grandes acontecimientos, realmente inesperados, que salen de lo que podría llamarse el esquema de nuestras pequeñas mentes: lo que deja atónito a mi sincera ingenuidad.

Creo que comprendo a los niños. Aún siento ser uno de ellos; y no es por los juguetes que pido de regalo ni por las canciones infantiles que todavía canto, se trata de la sinceridad que trato de llevar por delante, de lo bueno que creo que es el mundo aún cuando ya haya visto y sido objeto de su maldad, de la magia que se siente al observar los pequeños detalles realistamágicos de la vida cotidiana...

Me encanta la niñez. Espero que no se acabe nunca.

Yo no quiero estar así

Prefiero los cinturones a las zapatillas.
A veces prefiero la soledad...

Maldita sea

Por la chuchasumadre oh...

Y Dios le dijo:

Tendrás libre albedrío, pero no dañarás a otros, ni siquiera ti mismo: no te dejarás pasar a llevar. Y ten siempre presente que todo acto tiene consecuencias...

Confieso

Me gustan las flores, siempre transmiten algo bello, mágico, natural; es una poesía materializada, y allá van con sus espinas, pétalos y raíces, alterando la sobriedad de un mundo gris, elevándose, saliendo al encuentro del sol, que a veces alumbra pero no llega. Me gustan las flores... tú eres una de ellas.

Hablsaonldo.

Pero ¿cuántos años me dijo que tenía? Ahh. Y ¿cómo era eso de quemar qué? Ahh. Y ¿la escalerita de la que hablabas? Ah.
Está bien. Pase.

Hay veces en que apenas rozamos la intimidad

Pero es que

no quiero siquiera estar cerca de controlarla...
Perdón.

Y ya son las 10

Y si no se presentaran tantas dudas y nostalgias, qué sería de nuestra vida; quizá olvidaríamos pasados muy cercanos en pos de fines mayores que la nada... y es que para dar estos próximos pasos nos es necesario tener claro desde donde venimos, para no volver por los mismos senderos; o para saber con quien caminar o volver a caminar...

Una vez toqué el paraíso, sentí su aroma sin tener olfato y viví en él, tanto tiempo... Pero lo dejé, ahí, en algún desvío del camino para vencer victorias solitarias.

Hoy anhelo más que nunca el paraíso. Hoy quiero un segundo más en  él, aunque sólo sea un respiro... Yo también te amo, paraíso.

Es que

no quiero perderla... Ai.

Crimen

Tenía que. Pegada por días.

No tengo ganas de escribir.

Pero escribo. Escribo porque debo sacarlo de alguna forma. Sacar la angustia innombrable que surge tras la mística de dos horas y media que nace entre las miradas pendientes y un par de tragos malhabidos; que se apaga con el silencio desmistificado y las personas tormentosas que se le reaparecen a quien las negara con dos días de anticipación, en una pasión desenfrenada. Desenfrenada de iras, de sinceridad y de poemas desclasificados por si alguien quisiera dejar de llorar.

Es la vida de un martes por la tarde; la vida que se sigue en busca de la humanidad...